jueves, 3 de noviembre de 2011

Te encontré

La vi acercarse a mí,
su sonrisa podría, tal vez,
dibujar un arco iris en el cielo más oscuro,
sus ojos, tan brillantes y complejos,
y en su mirada una constelación de pensamientos
buscando compresión.
Entre sus brazos encontré,
la firme convicción de que el amor existe.

Confieso que nunca había visto a una mujer tan bella,
su rostro no es el de un ángel,
ni posee el cuerpo de una diosa.
Su belleza radica sencillamente en ser mujer,
en su aroma, en su esencia,
en sus largos y negros rizos.

Me paré frente a ella y me sentí frente a un espejo,
hasta el reflejo de su sombra era idéntico al mío,
y aunque no pude ver el reflejo de su alma sé que también lo es.

Levanté mi mano derecha,
con tal miedo y tal lentitud,
como si al tocarla fuere a despertar de mi más anhelado sueño,
al hacerlo no sé si se paralizó el tiempo, no sé...
Cuando mi mano izquierda se posó en su mejilla,
ya no habían latidos que marcaran mi pecho,
entonces me acerqué para rozar mis labios con los suyos.

Después de eso, 
no había nada más en el mundo que aquel momento,
nada más que aquel beso.
La até entre mis brazos y quise amarla por siempre.

Tomé de nuevo su mano y con una mirada al futuro,
caminamos...