martes, 14 de febrero de 2012

Día de los enamorados

15 de Febrero de 1993, 12:05am

Te amaba, te juro que te amaba, repetía constantemente mientras todo el dolor que sentía rodaba conjugado en lágrimas por sus mejillas, una prostituta se subía a un carro dos cuadras abajo y la brisa...

24 de Noviembre de 1992, 5:47pm

Él era un hombre con facciones fuertes y mostraban de sí aquello que no era. Disfrutaba ir al parque a observar la gente pasar, observar sus costumbres y jugaba a adivinar qué piensan mientras caminan. Cómo le gustaba ese parque. Pasaba allí casi todas sus tardes, el trinar de las aves y la caricia del viento le llenaban de calma, le hacían olvidar sus problemas, más que cualquier otra cosa olvidaba su incesante tortura, esa agobiante tortura de no ser amado... de jamás haber sido amado, ni siquiera por su madre.

Nunca la había visto pasar, era una mujer bonita, nada extraordinario además de aquellos ojos color miel. Su cabello era negro, liso y le alcanzaba a acariciar sus vértebras lumbares. Era una mujer dueña de unas facciones delicadas y un bonito caminar. En el momento en que la vio, se había convertido en dueña de algo más, ahora su corazón le pertenecía.

18 de mayo de 1967, Hora olvidada.

Entre llantos y bofetadas, el corazón de un niño de 9 años se hacía añicos, mientras el corazón de una madre angustiada se preparaba para partir...

Su madre se fue y su padre, él era un padre ausente, y desperdició su vida alcoholizando sus venas y manchando las paredes de su casa con la visita de amantes ocasionales, la mayoría putas.

-Después de la tormenta viene la calma, eso es lo que nos han hecho creer durante toda nuestra vida y quién sabe durante cuántas generaciones. En últimas, uno nunca sabe qué tormentos le persiguen-.

1 de Diciembre de 1992, 5:20pm

Se sentó de nuevo en el mismo lugar que la había visto pasar hace ya una semana.

Allí estaba ella quizá volviendo del trabajo, con sus ojos color miel y su cabello enredándose entre sus sueños, pensando quizá como muchos, en qué momento encontraría al amor de su vida.

En ese momento se decidió a conocerla, pero fue más grande el temor al rechazo. Sin embargo la acompañó hasta su casa.

15 de Febrero de 1993, 12:08am

...la brisa golpeaba su cuerpo mientras el vértigo comenzaba a recorrer por su sangre y recordaba con una sonrisa en la cara las noches que habían compartido hasta que el hechizo eterno de Morfeo se hacía presente, y aquellas en que lo atrofiaba su ausencia, también así, las veces que la acompañaba a su trabajo y de vuelta a su casa.

Recordaba los domingos en que hacían el mercado semanal y las duchas que tomaban juntos, las veces que soñaba con ella y se imaginaba sus labios descubriendo su cuerpo.

Te amo, te juro que te amo, decía constantemente. Ella también lo amaba, lo amaba tanto que ese amor se había convertido en su dios, no sabía si estaba allí pero tenía fe en él, no podía verlo o sentirlo pero quería creer que estaba allí, que sí existía.

14 de Febrero de 1993, 7:33pm

No sabía nada de ella hacía poco más de una semana, se había ausentado por aquella discusión que habían tenido y el tono de agresividad con que le había dicho "Deja de acosarme". Hoy era el día de los enamorados y la esperaba en la esquina diagonal a su casa.

Una luz tenue se encendió minuto y medio antes de su llegada. Cuando ella vio ese detalle lo enlazó en un abrazo y besó apasionadamente su boca. Nunca imaginó que podría haber alguien más...

En ese momento se arrepintió con todas las fuerzas de su alma. Se arrepintió por el hecho de nunca haber sabido su nombre ni que ella conociera el suyo, de no haberle dicho cuánto la amaba mirándola a los ojos y de la distancia que los separó en cada momento que creyó habían compartido juntos. De que durante los cuatro meses que estuvo acosándola no hubiese sido capaz de acercarse con una rosa y decirle cuánto le gustaban sus ojos color miel. Se arrepintió de creer en su dios, en ese amor que creyó ella, pensando que él sería el amor de su vida, también sentía.

El odio cegó su mente e interrumpió aquel momento.

Aquella nueva figura masculina cayó después de un golpe en la cabeza, y procedió con sus manos a abrazar su cuello, mientras le confesaba su amor.

En serio la amaba y su amor era tan fuerte como sus manos. Pronto aquellos ojos de los cuáles se había enamorado habían dejado de brillar y yacían inertes en el primer piso de su casa.

La cena aún estaba servida en la mesa y las velas ya se habían apagado.

Febrero 15 de 1993, 12:13am

Sus lágrimas comenzaron a ascender antes de que un terrible estruendo sacudiera el piso...










lunes, 13 de febrero de 2012

Morir de amor


Cuando despertó se sintió cansado y sus párpados pesaban más de lo normal, creyó que todo había sido una incómoda pesadilla. La multitud empezó a exasperarlo, odiaba tantos esos enormes ríos de gente, tantos rostros sin nombre. Su avanzada edad no le permitía andar con la misma fluidez de las prisas de la gran ciudad. El aire empezó a escacear en sus pulmones y su vista comenzó a nublarse.

La soledad invadió las cuatro paredes blancas a su alrededor y un silencio incómodo que sólo llamaba a la muerte se apoderó de la habitación.

Pensaba en aquellos jóvenes años en los que entre la promiscuidad y el amor, había dejado a este último perder todas las batallas. No tenía quién agarrara su mano para darle fuerza, ningún hijo que le dijera que todo iba a estar bien, ni siquiera la presencia de un amigo, nada, nadie.

En ese momento entró ella, casi creyó que había muerto y que era ella el ángel que había descendido a juzgar su suerte. Disculpe, me he equivocado de habitación -dijo ella-, volteó y emprendió su camino hacia afuera. Espera -dijo él con su voz exhausta y un gran esfuerzo-, acércate. Ella lo dudó unos 5 segundos y tímida se acercó hasta sentarse en una silla al lado de su cama.

No tengas miedo, solo quiero un poco de compañía. Recordó las ansias que calmaba un cigarrillo cuando el corazón sentía la ausencia de lo que nunca había tenido. Muchas veces las prisas nos hacen tomar decisiones erradas por las razones equívocas, mi caso tal vez,  fue el temor a enamorarme -comentó mientras expresaba su arrepentimiento-.

Ella se puso de pie y dio unos pasos buscando la puerta por la cual había ingresado.

-Si volviera a nacer, me enamoraría seguramente de una sonrisa como la tuya, dijo él de nuevo con gran esfuerzo.
- Atónita y desconcertada respondió, Aún no me has visto sonreír.
-Lo sé, tienes razón, aún no lo hago. Pero me la imagino.

Cual artista sobre lienzo pintó una sonrisa en su cara. Sus ojos cerraron tranquilamente y su alma se preparó para descansar. Dos minutos después un nuevo llanto se escuchó en la sala de partos.


sábado, 4 de febrero de 2012

Una sonrisa rojo carmesí

Cansado, con la mente en blanco, la hoja vacía y un lápiz en la mano, su nombre bloqueaba cualquier otro pensamiento, así estaba él, mientras la soledad llenaba todos los espacios de la habitación penetrando en su cuerpo invadiendo su alma por completo. No podía dejar de pensar que ella ya no estaba ahí con él, que se había marchado quizá para nunca volver, su último recuerdo son aquellas lágrimas saladas que besaba mientras rodaban sobre su mejilla izquierda. Era difícil aceptar que ella ya había notado la ausencia en su corazón y que ya hace mucho había dejado de pintarle los bosques de azul mientras el paisaje que habían construido juntos se desmoronaba y sus ojos habían dejado de brillar, pero era su orgullo el que se caía a pedazos y lo torturaba.

Deberion ser la 1am cuando, hastiado de tanto recuerdo y tanto pensar, con una batalla dentro de sí, buscó su chaqueta, encendió un cigarro y salió a caminar, a tomar un poco de aire fresco, ese que con la polución que deja el tráfico de la ciudad entra denso a los pulmones y sale expulsado como una tos. Sacó el celular para ver la hora, ni siquiera una llamada- pensó- y guardó el celular aún sin noción del tiempo. Volvió a sacarlo para confirmar, eran la 1:28am y aún no lograba despejar su mente. Decidió ir por una cerveza, llevaba tanto tiempo allí y no recordaba jamás haber visto ese bar, pareciera que la escasez de tiempo y las prisas nos cegaran la vista y primordialmente el alma.

Cruzó la puerta, no alcanzó a dar más de dos pasos. La mayoría de gente esperaría al fin de semana para ahogar sus penas, era miércoles y él y sus penas ya no podían seguir viviendo bajo una misma morada. Lo primero que vio fueron sus labios rojos carmesí, arqueados de tal manera esbozando una sonrisa casi divina. Por su mente no cruzó el deseo de llevarla a la cama, despertar y nunca más saber de ella. Deseó tan solo amarla, aunque conociera nada más que su sonrisa carmesí.

El bar estaba solo -qué otra cosa se podía esperar a mitad de semana- aún no sabía cómo podía estar abierto a esa hora. Pidió una cerveza, un cigarrillo y le preguntó si se podía sentar a su lado. Ella sonrió de nuevo, tomó asiento y le preguntó si estaba bien. La vida es casi una tragicomedia donde todos reímos, pero muchos morimos por dentro, respondió, ella confusa volvió a sonreír, mientras él le contaba la razón por la cuál estaba allí y con la excusa de hacer la conversación un poco más cómoda preguntó su nombre, se llamaba Francy.

Pasaba sus días y sus noches pensando en sus labios rojo carmesí, estos que moldeaban el mundo a su antojo e inspiraban sus letras aunque él ya hubiese dejado de escribir, pero solo cuando la soledad le acosaba, aparecía su necesidad de verla. No tengas miedo, aún no me estoy enamorando,le dijo la última vez que la vio, aunque supiera que era lo que ambos querían.

¿Quién es él?- preguntó una voz gruesa y algo débil- Al parecer solo le queda un recuerdo, el día en que mató a su esposa, se sienta cada miércoles en aquel pabellón a hablar con Francy, Y ¿Quién es ella? No veo a nadie más.-Quizá un producto de la soledad y su falta de cordura.